domingo, 4 de enero de 2009

Cerca de la última calle que quedaba por recorrer 
e n m u d e c i ó. Le temblaba la lengua dentro de la boca,
quizo hablar más no salieron más que nubes,
pensaba que para siempre sería tan sólo un silencio.
Mientras ella esperaba paciente como siempre lo hacía,
no era necesario que se esforzara tanto,
de todos modos ella sabía de antemano lo que brotaba de su alma,
no son necesarias las p a l a b r a s.
Sus ojos no hacían más que mirarse en su totalidad
mientras los gatos hacían fiestas y orgías en los tejados,
ellos enmudecidos se miraban, y se miraban,
ni siquiera se atrevían a pestañar, ya que el sólo
sonido de los ojos al cerrarse sería como miles de cristales sobre la baldosa.
Así que, fijos, se miraban.
Ella esperó que las nubes dejaran de brotar,
quizo decirle que lo quería,
pero tan sólo calló,
porque sabía que sería la última vez que le vería,
no quería atar lazos que les unieran.
 

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